domingo, 16 de agosto de 2009

últimos dos días



Después de dos días de silencio, otra vez estamos de vuelta.
Hemos tenido un par de días agotadores y ahora mismo aprovechamos un viaje en tren para poner al día nuestro "Choto choto Japón".
El viernes, último día de paseo por Kyoto, dimos un bonito paseo por Fushimi Inari, una montaña llena de toris y templos sintoístas, al lado uno de los pocos bosques de bambú de la zona.

Aprovechando uno de los tiempos muertos para el transporte de vuelta a la ciudad comimos en un puestecillo cercano a la parada del bus, como no, regentado por una abuelilla (parece que este país el tema de restauracóon casera lo llevan abuelitos) que estaba haciendo en la puerta lo que parecian unos pinchos la mar de ricos. Pues nuestro gozo en un pozo: pedimos una ración de un pescado hecho a la brasa con algo de soja caramelizada y, lo que parecía el plato estrella, se convirtió en un pincho de pajaritos... ¡qué cosa, pero qué cosa mássss dura y mala, a parte del sablazo que te crió! Bueno, qué le haremos.
De vuelta a la ciudad, visita al edificio hipermegamoderno de la estación y a una pagoda cercana: una de las más antiguas de la ciudad y la más alta de Japón. Por la tarde noche nos ponemos guapos y marchamos al antiguo barrio de Gion (territorio geisha): un par de calles al estilo del antiguo Kyoto por donde suelen aparecer las geishas o sus aprendices, las maikos, en dirección a alguna casa de té donde algún japonés ha contratado sus servicios de entretenimiento y compañía.
Nosotros, como no hemos visto a ninguna, nos vamos para seguir degustando la cocina japonesa. Esta vez en una calle pegada al río llamada pontocho-don, llena de resturantes y bares cosa que hace difícil nuestra elección: casi todos tiene la carta en japonés y nosotros, con tampocos días, no lo llegamos a dominar jajajajaja.

Sábado. 5:30 AM (11:30 PM en España). Nos levantamos y marchamos dirección a la estacion de Kyoto. Hoy es nuestro primer día de Japan Rail Pass y será también nuestro primer viaje en tren bala.
En principio es similar a nuestro AVE, pero solo en principio: mientras que nuestro AVE está pensado como un sistema de clases, aquí la única diferencia es tener o no tener asiento reservado. Eso sí, éste no tiene ninguno de los lujos a que nos tiene acostumbrado el nuestro (ni vídeo, ni luz para leer), sino que está pensado para ser un medio de locomoción de masas, con tres asientos a un lado y en el otro dos; tampoco dispone de bar, pero, en cambio, tiene teléfono, enchufes para portátil y las maquinitas de comidas y refrescos que puedes encontrar en cualquier ciudad de aquí.
Así que en un pis-pas, dos horitas, nos plantamos en Hiroshima, visita tristemente obligada por lo que sucedió allí un 6 de agosto de 1945. Visitamos la Cúpula de la bomba atómica, el Parque de la paz y el Museo memorial de la paz. Todo ello te deja un sabor amargo en el cuerpo por lo sucedido en este lugar. Como testigo, la foto de la cúpula que todos conocemos de los libros de historia.

Y de aquí a uno de los lugares más bellos de Japón: el tori en el agua de Miyajima. Y, como era hora de comer, lo mejor, como no, probar la especialidad de la zona: las ostras a la brasa. Una delicia rica, rica. Advertencia: nada más bajar del ferry se puede leer: "los ciervos son animales salvajes, cuidado con sus pertenencias". La razón es que todo el pueblecito está plagado de ciervos que campan a sus anchas acechando a niños y mayores en busca de un bocado fácil. Como llevaba toda la mañana medio lloviendo, nuestra suerte fue ver el tori con la base cubierta de agua, con lo cual parece que flota.
Volvemos con nuestros pies destrozados de vuelta a Kyoto para pasar nuestra última noche en el ryokan con un baño en el ofuro moderno instalado en la habitación y coger fuerzas para nuestra siguiente etapa del domingo. Pero eso ya lo contaremos el lunes.

1 comentario:

  1. Como mola el blog y todo lo que estáis viendo y viviendo por allí... quiero ver toditas las fotos que traigáis... a pasarlo muy bien
    besos y abrazos

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